El día 25 de noviembre de 2024 la corporación municipal de Écija acordaba, en sesión plenaria, conceder la Medalla de Honor de la Ciudad a la comunidad de madres dominicas de nuestro monasterio de Santa Florentina por mantener con excelencia la más dulce tradición de Écija: la elaboración de los afamados bizcochos Marroquíes.
Se accedía así a la petición cursada meses antes al Excmo. Ayuntamiento por la Asociación Cultural Ecijana Martín de Roa y por la Asociación Amigos de Écija, a la que pronto se adhirió la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santa Cruz en Jerusalén, María Santísima de las Misericordias, San Juan Evangelista y San Francisco de Écija. La diligencia en la adhesión de esta hermandad tuvo una doble motivación:
1º.- El deseo de reconocer públicamente la labor desarrollada por la que fuera antaño una de sus más destacadas hermanas: la marquesa de Valdetorres, la creadora de los célebres bizcochos Marroquíes (lám. 1).
2º.- El vínculo que la citada Hermandad siempre ha mantenido con las religiosas del convento de Santa Florentina, actuales depositarias y continuadoras de la fabricación del genuino bizcocho Marroquí. No en vano este cenobio, en tiempos pretéritos, contribuyó con buenos efectivos a engrosar la nómina de hermanas de la referida cofradía y era visitado puntualmente por ésta cada año en su estación de penitencia del Viernes Santo.
Expuestos los motivos que han llevado a la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno a adherirse a tan magno acontecimiento, nos centraremos en la figura de Mónica Garnica y Córdoba, marquesa de Valdetorres, y su nexo con tan ilustre y antiquísima cofradía, ofreciendo para ello una brevísima reseña biográfica.
Hija de Bernardino Garnica y Córdoba y de Clara María de Mora y Fernández, nace Mónica en Cádiz en 1699, trasladándose a Écija en compañía de sus padres en torno a 1711. En este año ya figura empadronada en una casa de la calle Lucas, perteneciente al distrito parroquial de San Juan Bautista, donde residirá hasta que en 1729 cambia su domicilio a la calle Alonso Pérez Dávila o Correo Viejo (hoy Pacheco), perteneciente asimismo a la referida colación.
En 1731 Bernardino Garnica y Córdoba se convierte en titular del marquesado de Valdetorres, condición que mantendrá hasta su fallecimiento en 1737. Mónica, como hija única, será llamada entonces a sucederle en los títulos y bienes vinculados del marquesado.
Tres años antes, concretamente el 15 de noviembre de 1734, Mónica Garnica había contraído matrimonio en la parroquia de San Juan Bautista con un vecino de la calle Arquillos (hoy Comedias). Se trataba de Juan José López de Carrizosa, que llegaría a ser coronel del Regimiento de Milicias de Écija y cuya devoción a la imagen de Jesús Nazareno de la parroquia de San Juan ya le había llevado a abrazar su hermandad. De hecho, la pertenencia de la familia Carrizosa a esta cofradía venía siendo una constante. Baste recordar a Sebastián López de Carrizosa, regidor, gentilhombre de boca del rey y suegro de la marquesa de Valdetorres, destacado miembro de la hermandad, en la que llegó a ostentar el cargo de hermano mayor, construyéndose bajo su mandato el camarín del Titular, en cuya financiación debió colaborar.
En 1740 la pareja traslada su domicilio de la calle Alonso Pérez Dávila (actual Pacheco) a la inmediata de Garcilaso, perteneciente a la misma feligresía, donde fallecerá en 1747 Juan José López de Carrizosa. Éste recibiría cristiana sepultura en la capilla de Jesús Nazareno, como hermano que era de su cofradía, y en la que yacía desde 1722 su padre, Sebastián López de Carrizosa.
El vínculo de la marquesa de Valdetorres con la parroquia de San Juan Bautista y con la principal cofradía en ella instituida se había estrechado aún más desde 1742. En este año ingresa como hermana en la misma, según consta en el folio 102v. del Registro de hermanas, conservado en el archivo de la propia hermandad, donde también se consignan los sucesivos pagos efectuados en concepto de “recurso” o cuota anual:
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Mónica
“Doña Mónica Garnica, marquesa de Valdetorres entró a ser hermana de esta santa cofradía por año de 1742. Pagó el año de 1743. Pagó hasta 1746. Pagó 47. Pagó hasta el año de 1759. Pagó hasta 67”. (Lám. 2).
La marquesa de Valdetorres, viuda y sin hijos, abandona el domicilio conyugal y fija su nueva residencia en 1748, en compañía de su personal de servicio, en las proximidades de la parroquia de San Juan, en un inmueble de la calle Garcilópez.
Aquí permanecerá hasta que en el año 1751 su profunda fe y sólidas convicciones religiosas le llevan a consagrar su vida a Dios. El día 24 de diciembre de 1751, tomaba el hábito concepcionista en el convento de la Santísima Trinidad y Purísima Concepción de Écija (Las Marroquíes) y adoptaba el nombre de sor Mónica de Jesús Nazareno, en clara alusión a su pertenencia a la hermandad que nos ocupa. Transcurrido el preceptivo tiempo de noviciado, superado el debido “exploro” y hecho efectivo el pago de la correspondiente dote, profesaba el día 14 de enero de 1753.
En el convento de Las Marroquíes llegó a ostentar el cargo de vicaria desde 1757 a 1759 como mínimo y nuevamente en el periodo 1764-1766. Además invirtió en compra de fincas, no dudó en dotar a varias religiosas y debió jugar un papel decisivo de mecenazgo en las importantes obras que se llevaron a cabo en el convento, a raíz del famoso terremoto de Lisboa. Es muy probable que la marquesa de Valdetorres contribuyera con su caudal a financiar, entre 1760 y 1764, la importante reforma de las bóvedas del coro bajo de la iglesia, así como la construcción de nueva planta de una suntuosa espadaña o campanario y el torreón-mirador de la portería, espléndidas muestras de la arquitectura local, que poseen las características más genuinas y esenciales del barroco ecijano.
El día 12 de septiembre de 1772 fallecía sor Mónica de Jesús Nazareno, recibiendo cristiana sepultura en la cripta existente bajo el coro de la iglesia del convento de la Santísima Trinidad y Purísima Concepción, mientras que la parroquia de San Juan Bautista registraba en el Libro de obvenciones de la fecha un doble de campanas por el deceso de tan insigne vecina.
Pero sin duda, lo que singularizó la estancia de esta noble hermana de Nuestro Padre Jesús Nazareno en el convento ecijano de Las Marroquíes fue su afición a la repostería, teniendo en ella su origen el acreditado bizcocho Marroquí. Celebrado desde el siglo XVIII, su popularidad se fue acrecentando progresivamente hasta convertirse en una de las señas de identidad de nuestra ciudad.
La receta de estos bizcochos ha sido desde el siglo XVIII el secreto mejor guardado por la comunidad concepcionista ecijana, que los elaboró durante siglos hasta que, en octubre de 2014, este convento cerró sus puertas, tomando el testigo en su fabricación las madres dominicas del monasterio ecijano de Santa Florentina.
Con absoluta fidelidad a la receta de antaño, que creara la marquesa de Valdetorres, no sólo han conseguido elaborarlos con notable éxito, sino que la excelencia alcanzada por los mismos ha auspiciado una creciente demanda, tanto dentro como fuera de nuestra ciudad. La difusión experimentada en los últimos tiempos, de la mano de Las Florentinas, los han erigido en un poderoso reclamo turístico, de manera que el nombre de Écija ya va asociado a los bizcochos Marroquíes, como también lo va a sus torres, a sus palacios y a sus elevadas temperaturas estivales.
Y, por supuesto, el nombre de la marquesa de Valdetorres mantendrá un vínculo indeleble con la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santa Cruz en Jerusalén, María Santísima de las Misericordias, San Juan Evangelista y San Francisco de Écija, como hermana insigne que fue de esta ilustre cofradía.
Bibliografía:
-MARTÍN OJEDA, Marina y GARCÍA LEÓN, Gerardo. La marquesa de Valdetorres y los bizcochos Marroquíes. Dulces de clausura de Écija. Écija, 2022.
-GARCÍA LEÓN, Gerardo. “La hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Santa Cruz en Jerusalén de Écija”. Actas del Congreso Internacional Cristóbal de Santa Catalina y las cofradías de Jesús Nazareno. Córdoba, 1991.